Un Lunes Por La Noche
Lamentablemente te cuento que ayer perdí la paciencia y le contesté mal a mi esposo. Como cinco minutos después le dije que me perdonara y el me dijo algo como “esta bien, tal vez estas preocupada por algo”. Me lo dijo de una manera tan tranquila, tan dulce, me dio un beso y se fue para el estudio de hombres que hay en la iglesia los lunes por la noche. Hoy me la he pasado todo el día meditando en eso. Primero porque no quiero ser así, no quiero perder la paciencia, no quiero herir a mi esposo con mis actitudes o con mis palabras. No quiero ser el tipo de mujer que lee la Biblia por la mañana y por la noche discute con su esposo. Segundo porque el hombre que es hoy mi esposo no es ni la sombra del hombre que estaba conmigo hace unos años. En el pasado sus palabras, y muchas veces hasta su silencio, penetraban como una puñalada en mi corazón, pero ayer sus palabras suavizaron mi corazón.
Cuando conocí a Oscar Armando él no era cristiano y yo estaba apartada del Señor. Nuestra relación fue un caos desde el principio, pero yo no podía despegarme de él. Desde el momento que lo conocí me aferré a él y aunque estar con él me causaba mucho dolor no podía soltarlo. Fueron años muy difíciles. Es una sensación extraña cuando recuerdo todo eso porque parece que lo viví, pero con otra persona porque él ya no es el mismo. Han pasado casi 11 años desde que nos conocimos y vamos para 4 años de casados, no ha sido nada fácil, pero desde que Cristo Jesús llegó a nuestro hogar las cosas han sido diferentes. No perfectas, todavía discutimos, como ayer, pero no nos destrozamos emocionalmente como en el pasado. El hoyo profundo que mi entonces “novio” había cavado en mi corazón ahora mi esposo lo ha ido llenando con amor, cuidado, ternura, respeto y todo tipo de cosas buenas. Oscar Armando no solo me ha pedido perdón por todas las cosas del pasado, sino que con sus acciones y su forma de amarme ha ido restaurando y sanando cada herida.
Dios me ha bendecido con un hombre nuevo. Nunca jamás me imagine que me casaría con mi esposo y que él me hiciera feliz. Por mucho tiempo quería que él me amara, pero por mas que yo me esforzaba él solo me rechazaba. Pero el poder de Dios lo ha cambiado. Hasta su mirada es diferente. Solo el poder y el amor de Dios pueden cambiar a una persona hasta el punto que es irreconocible. Qué grande es el Señor ¿no? Él hace más de lo que podamos pedirle o imaginar (Efesios 3:20).
Pero volviendo a mi mala actitud de ayer, la verdad que no quiero ser así. Yo quiero agradar a Dios en la iglesia como en mi casa y testificar de su amor en la calle y adentro de mi hogar. Salmos 101:2 dice “viviré con integridad en mi propio hogar” (NTV). Así quiero ser – integra en mi hogar, Cristiana en la privacidad de mi hogar, cuando estoy sola y nadie me ve. Quiero complacer al Señor en todo momento, en la profundidad de mi corazón, amarlo con un amor sincero.
Quiero adorarlo con mi vida los domingos en la mañana al igual que los lunes por la noche.
Sí, en medio de mi rutina, del estrés del día a día, y en medio de la cocina mientras hablo con mi esposo. Quiero adorarlo al no dejar que mi carácter me controle, sino que sea su Espíritu Santo controlándome. Al fin y al cabo, esta vida le pertenece, esta boca le pertenece, este corazón le pertenece, todo lo que soy le pertenece ¡Y es que le debo mi vida! ¿Cómo no he de vivir para Él todos los dias y en todo lugar? Él siempre es fiel. Él siempre está conmigo, siempre me da de su amor - siempre. No solo los domingos por la mañana sino que todos los días de la semana, ¿no debería yo de amarlo y honrarlo todos los días también?
Mi esposo, Oscar Armando y yo.